A Cosquín le ha dado buen resultado en términos de “taquilla” la diversidad de géneros. Sin ser muchos, con dos bandas evitaron que hubiera noches con plaza “raleada”. Por otra parte, ambas le quedaron bien al festival porque se adaptaron a lo que ese escenario representa desde su nombre a las marcas que dejaron en él los grandes referentes del canto popular. La Bersuit, además de sus clásicos, algunos de los cuales sufrieron censura en la década del noventa, sumaron ritmo folklórico y murga y fueron ampliamente apoyados por las miles de personas que se sintieron con la “argentinidad al palo”.
A La Delio Valdez el folklore no le es ajeno en su carrera. Tuvo, por ejemplo, una juntada maravillosa en un teatro de Buenos Aires nada menos que con el Chango Spasiuk.
Asumidas las nuevas autoridades municipales, también hubo renovación en la comisión de folklore que, claramente, incluye cambios de criterios en lo artístico. Sin que algunas de las figuras más convocantes quedaran afuera, no puede negarse que también hubo ausencias notables.
Esta es una edición en la que se cumplieron sesenta años del debut de Mercedes Sosa que llegó por primera vez al mayor escenario de América de la mano del recordado Jorge Cafrune. Ese hecho justificaba ampliamente una juntada de quienes compartieron con “la Negra” el compromiso que el canto debe asumir con las causas populares. No hace falta hacer nombres. Huelgan las referencias. Como reparación, en la sexta luna levantó su voz Duratierra para reclamar memoria y para llamar a defender los derechos conquistados. “No es tiempo para tibiezas” fue la frase desafiante.
Los Nocheros abrieron la noche y fueron de menor a mayor con la propuesta artística que alcanzó un clima muy alto cuando invitaron a Eugenia Quevedo, la exitosa joven del género cuartetero que se muestra cada vez más cerca del folklore e ilusiona en ese universo.
Fue también destacada la actuación de Luciana Jury, sobrina de Leonardo Favio que incluyó una evocación de la gran tucumana Leda Valladares.
A su turno, Los Carabajal interpretaron sus clásicas chacareras e invitaron a Los Nocheros. Juntos levantaron la plaza Próspero Molina y le dejaron el clima ideal para el violinista y cantor Leandr “Lele” Lovato que supo aprovecharlo con su conocido talento y energía. Además permitió que una pareja de la delegación de Japón bailara bellamente la zamba La 7 de abril.
El charanguista Jujeño Pachi Herrera puso en la noche coscoína los ritmos jujeños evocando a Ricardo Vilca entre tantos otros referentes de la provincia en la que estrenó la luz Jaime Torres.
Con una plaza cantando y bailando, La Delio Valdez cerró una noche que volvió a contar con la aprobación de un público que evidencia que en esta edición eligió lo festivo, aún respetando las propuestas que priorizan lo estético.