Por tercera vez en el año, la provincia convoca a familias solidarias para albergar de forma transitoria a niños, niñas y adolescentes cuyos derechos fueron vulnerados y por esa razón se encuentran comprendidos en una medida de protección excepcional. Son 1.132 chicos y chicas de cero a 18 años -algunos superan esa edad por atravesar una situación extraordinaria- y alrededor de 260 las familias incorporadas al programa.
“Lo ideal -admitió la subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia Andrea Travaini- sería invertir la ecuación y en lugar de que estén los niños en espera, sean las familias las que estén disponibles para cuando haya que tomar alguna medida”.
La invitación es para personas solas, matrimonios o parejas mayores de 25 años, siempre que no estén inscriptos en el Registro Único de Adopción (Ruaga). Este último dato es clave, tal como expuso Martina Iturraspe, coordinadora del programa que pertenece al ministerio de Desarrollo Social, funciona desde el año 2007 y cobró nuevo impulso a partir de 2012.
La necesidad de familias es permanente: “En la última convocatoria se presentaron 215 voluntarios de los cuales quedaron 15”, graficó Iturraspe. Uno de los principales obstáculos es el deseo de adopción que está presente en muchos de los interesados, pero es incompatible con el objetivo del programa. “La principal motivación tiene que ser el deseo de ayudar al otro”, sostuvo la profesional quien reseñó datos de la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar para concluir en que el proceso para ser familia solidaria suele demandar alrededor de tres años, desde que se manifiesta el interés hasta que se materializa.
Para quienes prefieran saber de qué se trata antes de tomar una decisión, hay una nueva página web: www.santafe.gob.ar/familiassolidarias, con una presentación, preguntas frecuentes y un formulario a partir del cual equipos de toda la provincia se vinculan y contactan con las personas interesadas.
Una alternativa
Como se dijo, son 1.132 los niños y niñas de toda la provincia comprendidos por una medida de protección excepcional. “Pero ese número varía todos los días”, reconoció Travaini. Son chicos que debieron ser separados de sus familias biológicas; puede ocurrir que vuelvan con ellas o que a futuro se disponga su adoptabilidad. Pero en ese caso, las familias que se incorporan al programa no tienen posibilidad de adoptarlos.
“El programa es una alternativa a la institucionalización. No es lo mismo la contención y el afecto en una familia que en un espacio donde hay otros niños y niñas y no es posible crear un lazo afectivo particular”, explicaron. En el total de situaciones, hay casos particulares: “a veces son adolescentes más grandes que no quieren ir con otra familia, o grupos numerosos de hermanos con un fuerte vínculo entre ellos y, por esa razón, resulta inconveniente que se separen”, a la vez que resulta complejo encontrar una familia que se pueda hacer cargo -aún en forma transitoria. de 5 ó 7 chicos.
En todo caso, la prioridad es para niños “en constitución”, de 0 a 3 años que son los que requieren un cuidado más personalizado. Aunque, en la práctica, las experiencias de acogida comprenden a chicos y chicas de otras edades.
Se produce una movilización familiar cuando el niño ingresa a ese nuevo grupo y un duelo cuando se va”. Martina Iturraspe.Coordinadora del programa Familias Solidarias.
Lo ideal sería invertir la ecuación y en lugar de que estén los niños en espera, sean las familias las que están disponibles para cuando haya que tomar alguna medida”. Andrea Travaini. Subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia.
Fuente: El Litoral