Virginia Urquizu es coordinadora de casos del Equipo Argentino de Antropología Forense, organización que entre otros proyectos en diversos países se dedica desde la vuelta de la democracia a recuperar la identidad de los desaparecidos en la dictadura, y contó por LT9 cómo es el trabajo que despliegan desde el 2013 para identificar a los combatientes sepultados en el cementerio de Darwin luego de un largo debate con familiares y veteranos.
"Son situaciones que nos tocan de cerca, no es lo mismo trabajar en un contexto más lejano aunque los dolores son los mismos en cualquier parte del mundo. En este caso teníamos la tarea de trabajar sobre algo que había sido totalmente olvidado desde el Estado durante muchas décadas", comenzó diciendo la antropóloga social en diálogo con Osvaldo Medina en Primera Mañana.
En consonancia con esto, remarcó: "Cuando se dio la oportunidad de ser parte de esta iniciativa producto del acuerdo entre los Estados argentino y británico, que recién se firmó en diciembre de 2016, ya veníamos trabajando desde hace varios años antes en la búsqueda de familiares y las tomas de muestras para poder cotejarlas con los perfiles que pudiésemos obtener de los restos en Darwin. Para nosotros es una tarea muy importante ser parte de este proyecto".
Más adelante, Urquizu se refirió a las distintas etapas en las que se organizó el operativo del EAAF, desde dar con el paradero de familiares, pasando por la extracción de muestras, hasta el cotejo de las mismas y la comunicación a las familias de los héroes caídos en combate. "En la primera etapa había mucha incertidumbre porque no estaba firmado el acuerdo todavía, así que llegábamos a las casas con el deseo de poder llevar a cabo esto pero sin la certeza", recordó.
"Era difícil porque les estábamos pidiendo a un familiar que aportara su muestra de sangre, explicándole que era posible la identificación, pero no sabíamos si los acuerdos diplomáticos entre los dos países lo iban a permitir. A mi me tocó recorrer el país y escuchar todos los que ellos querían decir, junto a representantes del Estado argentino. Había otros reclamos que asentar, y que giraban en torno al abandono y al silencio", señaló.
"Después vino el período de trabajo en las islas a partir del acuerdo, de poder hacer las exhumaciones. Uno nunca sabe con qué se va a encontrar hasta el momento en el que se está en el campo, más allá de los estudios previos. No sabíamos si íbamos a poder terminarlo, aunque por suerte pudimos. Y luego vino la parte de la vuelta a las casas con las noticias. A todas las familias que habían sido parte se las notificó, sin importar los resultados. Tuvimos que dar dentro del contexto buenas noticias por haber logrado la identificación y la localización, y en otros casos también tuvimos que decirles a familiares que sus seres queridos no estaban allí", amplió la profesional.
Y agregó: "Cada uno de nosotros realiza terapias por hacer este tipo de labores. Es Malvinas, puede ser un desaparecido durante la dictadura militar, o una familia de migrantes de Centroamérica. Son diferentes casos pero atravesados por el dolor en todos ellos. Trabajamos en equipo, coordinado por la Cruz Roja, tuvimos el apoyo y la formación previa para saber de qué manera comunicar, hasta dónde, qué decir. Necesitábamos un aporte desde la sensibilización, en relación a las familias y en relación a nosotros, a lo que nos estaba pasando".
Hasta el momento se ha recuperado la identidad de 115 soldados argentinos enterrados allí, durante los estudios realizados en 121 tumbas sin identificación, de un total de 230 que están en el cementerio de Darwin.
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