Hace tres años que Isabella, una chica trans de 31 años, no camina. Cuando en agosto pasado la pesaron por última vez, la balanza marcaba 480 kilos. Desde ese momento se encuentra con internación domiciliaria en su casa de barrio Municipal, en la zona sur de Rosario, y ahora solicitó ser hospitalizada nuevamente.
Pero la evolución de su enfermedad —crónica e irreversible— hizo que esta vez el traslado no fuera tan sencillo. Para llevarla hasta el centro de salud, Defensa Civil debió derribar una de las paredes de su dormitorio porque era imposible sacarla por la puerta. "Quiero mejorar y cumplir mis sueños", dijo la joven, que está por terminar el primer año del terciario en periodismo.
Isabella vive en la planta baja de un Fonavi de Maestros Santafesinos al 4700. Está con internación domiciliaria y Adriana, su mamá, dijo que el estadio de su enfermedad hace imposible que siga allí. Por eso pidieron el traslado a un centro de salud.
Cumplir con ese requerimiento no fue una tarea sencilla. Si bien en abril pasado, cuando debió ser internada por una neumonía, y en agosto, cuando solicitó ser hospitalizada, pudieron sacarla de su casa con una ambulancia preparada para obesos, esta vez su estado de salud impidió que pudieran retirarla por la puerta.
Por su patología, Isabella no camina desde hace tres años. En agosto su peso era de 480 kilos y desde abril está conectada a un respirador porque sus pulmones perdieron mucha capacidad.
Por el tamaño de su cuerpo y la pose que se ve obligada a adoptar por complicaciones propias de su enfermedad, como una acumulación de linfa en las piernas que le generó una tumoración de unos 80 kilos, esta vez no pudieron retirarla de su domicilio por la puerta de ingreso. Está obligada a posicionar sus piernas en un ángulo tal que requeriría una abertura de, como mínimo, 1,82 metros.
Por eso ayer para trasladarla de su casa hasta el hospital Provincial (Alem 1450) se debió derribar una pared lateral de la habitación.