Durante el trayecto del año se distinguieron diferentes etapas que mostraron los efectos en las compras de los argentinos, donde en el primer trimestre se registró una suba de la inflación que se mantuvo en niveles de dos dígitos, aunque con un descenso progresivo: enero 20,6%, febrero 13,2% y marzo 11%.
En el primer trimestre hubo una contracción del consumo de mayor magnitud, que llegó a una baja en torno al 30% tanto en las ventas de supermercados y autoservicios, como en comercios minoristas de distintos rubros. Ya a partir de abril, la inflación se redujo a un dígito, hasta llegar al último dato de 2,7% en octubre, según la medición del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC.
Se observaron grandes cambios en las compras de los hogares, que achicaron el presupuesto del supermercado, prendas de vestir, recreación, entre otros, producto de la recomposición de las tarifas y servicios que empezaron a ocupar más lugar en las cuentas y salarios que no acompañaron la magnitud de la inflación del primer trimestre.
En los primeros tres meses del año, la medición de pobreza llegó alrededor del 55% de la población argentina. Hacia el último trimestre comenzó a verse una desaceleración en la caída del consumo: las ventas minoristas pyme subieron por primera vez en el año, con un incremento de 2,9% interanual en octubre, y acumulan una caída de 13,2% en los primeros diez meses del año.
Respecto al consumo masivo, en el inicio del año se registró una caída en torno al 30% en la compra de las cuatro categorías que componen este segmento: alimentos, bebidas, higiene personal y limpieza. Este sector presentó un descenso que, según datos de Nielsen y Scentia ya tocó piso y se sitúa en torno al 15%.